Un día como siempre

estoy en mi trabajo, frente a la computadora y no se que hacer, miro a mi alrededor y la soledad invade el espacio, miro mis manos tocando el teclado y no saben más que seguir la inercia de mis pensamientos, no hay nada en este reducido espacio de dos metros cuadrados, sólo el pasado y un suspiro de presente que se agota al mismo tiempo que nace otro suspiro de presente, y otro, y otro…

cierro mis ojos, lo primero que veo es cuando era niña y corría descalza sobre un montón de tierra roja, luego jugaba a los carritos y a las canicas con mi hermano sin importar que era un juego de niños, platicaba con mi “pá-nino” (el hombre más viejo del pueblo) como si platicara con mi mejor amigo. Plantaba rosales con mi abuela, por que para mi las flores más hermosas siempre estuvieron en un jardín y no en una jarra.

Son muchos los recuerdos que me invaden y que no puedo describir, ahora vivo en un lugar diferente, con gente muy diferente a las cuales valoro y respeto, y con otras tanto comparto y me divierto, mientras que a otros olvido y más recuerdo, a unos quiero y a otros amo, a unos busco y a otros evado. Pero de todos ellos he aprendido y me han ayudado a ser lo que hoy se supone que soy.

Y guardo todos estos recuerdos por si algún día como hoy o como siempre llego a sentirme sola, entonces busco en mi memoria algo que me haga compañía.

...

No hay comentarios: